Comentario
Los protagonistas del desarrollo urbano de Kaifeng y Hangzhou necesitaron rodearse de una atmósfera íntima, proporcionada por las artes. El nuevo formato de las pinturas del sur, las formas cerámicas elegantemente sutiles, la indumentaria realizada en tejidos de la mayor calidad, la ausencia de motivos decorativos en lacas, porcelanas, maderas... muestran el cambio estético que se produjo en esta dinastía.
Las lacas, siguiendo la pauta marcada por la cerámica, reducen considerablemente su tamaño, adecuándose a los usos de la ceremonia del té. Los cuencos, platos en forma de flor de loto, cajas para cosméticos, huyen de toda decoración externa, siendo suficiente la fuerza del color cinabrio de la laca, en combinación con el negro. Tras este período de pureza y simplicidad las lacas se recubrirán de oro, plata, madreperla..., adquiriendo formas caprichosas que inundarán la vida cotidiana de las dinastías posteriores.
El arte textil presenta innovaciones respecto a las técnicas, siendo la más sobresaliente la denominada kesi. A pesar de tener su origen con los Tang, no es una técnica propiamente china, ya que la introducen los uighures. Su desarrollo coincide con el reinado del emperador Gaozong (1127-1162), presentando como novedad el modo de tejer los hilos de diferentes colores.
En lugar de atravesar toda la trama del telar, con esta técnica se separan los hilos en la trama al cambiar de color, por lo que a veces se la denomina hilos cortados o colores de trama. El efecto resultante es el de una pequeña separación semejante a la técnica del esmalte. El kesi fue utilizado como la mejor técnica para representar el arte pictórico en seda. En general, estos textiles se utilizaron para guardar rollos de pintura y caligrafía de gran valor, y su decoración fue un reflejo de la pintura de academia: pájaros y flores, en composiciones enfrentadas siguiendo un esquema previo.
El emperador Huizong quiso retomar el código antiguo de vestuario, limitando el uso de colores vivos y la variedad de los diseños. Sin embargo, divulgó la técnica kinran (brocado con hebras de oro y plata sobre damasco de seda satinado), que tuvo una gran influencia en Japón especialmente en el período Muromachi (1334-1573). A Japón llegaron también procedentes de China las capas o casacas de los monjes budistas, llamadas kesa. Estas capas se realizaban cosiendo diferentes fragmentos de tela de colores variados, y definidos por el número de bandas verticales de las diferentes telas: cinco bandas, nueve bandas...
En la indumentaria se reflejó el cambio propuesto por un nuevo protocolo, caracterizado por un deseo de simplicidad. El gorro putou se convirtió en algo popular pareciéndose más a un sombrero que a un turbante. De la parte posterior pendían dos piezas con una armadura de hierro o bambú recubierto de satén o de gasa, con diferentes formas de acuerdo al rango.
Las mujeres elevaron la altura del moño coronándolo con una pequeña corona ricamente decorada incluso con flores de diferentes materiales. La indumentaria se compuso de chales, camisas, mangas anchas y chalecos, siendo la falda la prenda principal que adoptó varias formas. A fines de la dinastía Song del Norte, el ancho de las faldas aumentó y se añadieron pliegues en el centro.
El nuevo mobiliario tuvo mucho que ver con el cambio de indumentaria. A partir de los Song, los suelos se cubrieron con tapices y se abandonó la práctica de sentarse sobre el suelo, al extenderse el uso de sillas altas para el dueño de la casa, y taburetes para la mujer y concubinas. Las habitaciones se definen por su uso, con sólidos muros aumentando el espacio para colgar rollos de pintura y caligrafía.